Una nueva ley en Hong Kong hace temer un deterioro de los derechos humanos y religiosos en la región administrativa especial de China. Según la legislación recientemente aprobada, conocida como Artículo 23, los miembros del clero podrían ser procesados por no denunciar actos de "traición" a la policía si escuchan palabras subversivas contra el gobierno durante la confesión.
Antes de que se aprobara la ley en marzo, 16 expertos internacionales en libertad religiosa emitieron una declaración conjunta expresando "preocupaciones profundas y graves" sobre las implicaciones de la norma. Al grupo le preocupa que el Artículo 23 amenace directamente la libertad religiosa, particularmente la confidencialidad del Sacramento de la Penitencia, o Confesión, en la Iglesia Católica.
Aunque la Diócesis de Hong Kong respondió que la ley "no alterará la naturaleza confidencial de la Confesión de la Iglesia", también dijo que "reconoce que los ciudadanos tienen la obligación de garantizar la seguridad nacional", dando poca tranquilidad a los 392.000 católicos a los que sirve. .
Por tercer año consecutivo, la Diócesis de Hong Kong ha tenido que cancelar la misa de vigilia para conmemorar las protestas y la masacre de la Plaza de Tiananmen de 1989 en China, por temor a que puedan violar la nueva ley. Los sacerdotes no han mencionado temas relacionados con el gobierno durante la misa por temor a ser denunciados por los feligreses.
Un informe emitido por la Fundación Comité por la Libertad en Hong Kong también sostiene que la libertad religiosa está empeorando en la región y que el Partido Comunista Chino (PCC) está presionando a las personas de fe y a las instituciones de varias maneras.
Se espera que los líderes religiosos promuevan las prioridades del PCC, los sermones deben exigir que los feligreses se adhieran a los valores socialistas y las escuelas religiosas deben integrar un plan de estudios basado en la identidad nacional.
"La sinización de la religión está afectando a la Iglesia de forma bastante agresiva", afirmó Frances Hui, autora del informe y activista católica. "La libertad religiosa es una parte indispensable de la libertad de expresión. Dondequiera que la libertad religiosa de un lugar se vea amenazada, debemos prestar atención.
Cada uno de los seis grupos religiosos principales (protestantes, católicos, islámicos, taoístas, confucianos y budistas) ocupan cargos en el Comité Electoral de Hong Kong, lo que les permite participar políticamente. Aprovechando este papel vital, el gobierno de Hong Kong controla la religión a través de las organizaciones líderes de estos grupos. Después de implementar el Artículo 23, estas seis organizaciones han estado en estrecho contacto con la Oficina de Enlace del Gobierno Popular Central, que organiza visitas a China continental para discutir la sinización de la religión.
La diócesis de Hong Kong ya ha solicitado que todos los sacerdotes y monjas visiten Beijing. El primer grupo, en su mayoría educadores, visitó el pasado mes de septiembre. Durante su viaje a China en 2023, el cardenal obispo de Hong Kong, Stephen Chow, no mencionó preocupaciones sobre derechos humanos o libertad religiosa, ni visitó ninguna iglesia clandestina china fiel.
"Hong Kong está implementando la sinización ahora, lo que significa que nosotros [Hong Kong] deberíamos ser independientes de la influencia occidental", dijo Eric Lai, investigador del Centro de Derecho Asiático de Georgetown. "Esto es simplemente adoctrinar la ideología del PCC, no mejorar la inculturación de la religión tal como la entendemos".
Lai también cree que eventualmente el gobierno de Hong Kong establecerá una asociación patriótica para todas las religiones principales, como lo ha hecho China.
"Entonces, ellos [China] pueden domesticar a los líderes religiosos que trabajarán estrechamente con el gobierno, o utilizar a los laicos para luchar contra el clero", dijo.
CJ Wu es escritor de Global Christian Relief (GCR), la principal organización de vigilancia de Estados Unidos centrada en la difícil situación de los cristianos perseguidos en todo el mundo. Además de equipar a la iglesia occidental para defender y orar por los perseguidos, GCR trabaja en los países más restrictivos para proteger y alentar a los cristianos amenazados por la discriminación y la violencia basadas en la fe.
fuente https://www.christianpost.com/news/new-hong-kong-law-sparks-fears-over-religious-freedom.html