Una iglesia en el sur de Laos, celebraba culto como de costumbre, cuando una turba de su pueblo llegó y comenzó a atacar la casa donde estaban reunidos.
"Un grupo de más de 40 personas, entre ellas el jefe del pueblo, ancianos, guardias, mujeres y jóvenes, se dirigieron a mi casa. Traían palos de madera y martillos. Al principio, solo observaban el culto, pero luego uno de ellos golpeó la pared de madera, haciendo un fuerte ruido que resonó en todo el lugar", recuerda Phasouk* el pastor de la iglesia.
Los cristianos no entendían lo que estaba ocurriendo y se preguntaban por qué hacían esto con ellos. Pero su confusión pronto dio paso a algo más familiar y mucho más radical: la adoración. "Como no podíamos hacer nada para detenerlos, comenzamos a cantar alabanzas", dice el pastor Phasouk.
El culto continuó y los 60 cristianos reunidos hicieron todo lo posible por escuchar atentamente la Palabra de Dios. Pero entonces sonó la voz de un anciano del pueblo: "¡Detengan el culto! No están autorizados a adorar a Dios aquí". Como si estuvieran esperando su señal, la turba enfurecida empezó a derribar las paredes de la casa con martillos.
El anciano del pueblo vio una caja llena de Biblias y cancioneros y ordenó a uno de los participantes más jóvenes de la turba que tomara los libros, los colocara en el suelo y los quemara. De repente un humo negro y espeso rodeó la iglesia. La turba no se marchó hasta que vio que no quedaba nada que destruir. Y se marcharon advirtiendo: "Si siguen reuniéndose en esta casa o en nuestro pueblo, quemaremos esta casa".
Recientemente, Lamthan*, socio local de Puertas Abiertas, pudo visitar al pastor Phasouk y a los demás cristianos. Mientras Lathman hablaba con el pastor Phasouk, preguntó al líder si habían continuado reuniéndose después de este violento ataque. "Sí, seguimos reuniéndonos, aunque sabíamos que nos vigilaban", declaró Phasouk. "Incluso en la persecución, adoran al Señor", comenta Lamthan.
Lathman cuenta que la situación es dura, y que las soluciones no siempre serán sencillas. Los cristianos intentaron hablar con muchos líderes, con la esperanza de que alguien pudiera ayudarles con su caso. "Aunque quieren resolver el problema lo antes posible, casos similares sólo han dado resultados en un año o dos, o incluso en una década. Sin embargo, una cosa es segura: los cristianos se mantienen firmes y creen en la provisión de Dios”.
De hecho, la fe del pastor Phasouk le dará fuerzas incluso en los días inciertos que se avecinan. "Aunque intenten expulsarnos de nuevo, no abandonaremos este lugar", dijo a Lathman. "Lucharemos por nuestros derechos. Seguiremos realizando cultos como en el pasado. Sólo nos iremos si nos dan un lugar donde podamos adorar al Señor. Aunque sea fuera del pueblo, para nosotros estará bien".
Mientras Lathman se reunía con los cristianos del lugar, entonaron un cántico de adoración que muestra su esperanza en estos tiempos de prueba. “Agradecemos por sus oraciones. Tenemos la bendición de que el Señor está con nosotros, y Él nos hace fructíferos aun través de cada incidente". Concluye el pastor Phasouk.
Ora por los cristianos en Laos y por el pastor Phasouk, para que su fe no mengue ante la persecución y puedan mantenerse firmes. Clama para que puedan encontrar una solución a la brevedad y continuar reuniéndose para rendir culto al Señor.
fuente https://puertasabiertasal.org/cristianos-perseguidos-noticias/iglesia-adora-mientras-es-atacada-laos