En medio de la pesada oscuridad por la opresión egipcia, un clamor tocaba los oídos del Todopoderoso (Éxodo 2:23-24; 3:9; 6:5). Un pueblo lloraba bajo el yugo de la esclavitud, anhelando una libertad que solo Dios podía conceder. Fue entonces cuando ardió la zarza (Éxodo 3:2-10), para llamar a un hombre cuya vida estaba destinada a cambiar el curso de la historia: Moisés, el instrumento elegido para liberar a Israel de las cadenas de Egipto.
A través de la vida de Moisés, podemos descubrir lecciones sobre la misión cristiana, una marcha que nos llama a abandonar nuestras zonas de confort y confiar plenamente en el poder y la guía de Dios. La misión no es un camino fácil, es más bien un sendero plagado de desafíos y pruebas, pero también de victorias trascendentales que glorifican el nombre de nuestro Dios.
El Llamado Divino: Así como Dios llamó a Moisés desde la zarza ardiente, cada cristiano es llamado a una misión específica, a ser luz en medio de las tinieblas. Moisés inicialmente se sintió insuficiente e indigno, pero Dios le aseguró: “Ciertamente estaré contigo” (Éxodo 3:12). De la misma manera, debemos recordar que no confiamos en nuestras propias fuerzas, sino en el poder del Dios Todopoderoso que nos acompaña.
El Desafío a los Faraones: Moisés tuvo que enfrentar al faraón, uno de los hombres más poderosos de la tierra, y exigir la liberación de su pueblo. Esta tarea parecía imposible, pero Dios actuó a través de Moisés, obrando en milagros y plagas que sacudieron todo Egipto. Como cristianos, somos llamados a desafiar los sistemas de opresión e injusticia que esclavizan a las personas al pecado o los mantienen ignorantes del plan de salvación, sin temer a los poderosos de este mundo, pues contamos con el respaldo del Rey de reyes.
La Travesía por el Desierto: Después de la liberación de Egipto, el pueblo de Israel tuvo que atravesar el desierto, un lugar de pruebas y dificultades. Moisés tuvo que liderar a un pueblo quejumbroso y desafiante, pero Dios siguió siendo fiel, proveyendo agua de la roca y maná del cielo. Del mismo modo, en nuestra misión cristiana, enfrentaremos desiertos figurativos, momentos de sequía espiritual y desánimo. Pero si perseveramos y confiamos en Dios, Él nos sustentará y nos guiará hacia la victoria.
La Conquista de la Tierra Prometida: Al llegar a la frontera de Canaán, Dios ordenó a los israelitas tomar posesión de la tierra y desalojar a los pueblos idólatras que la habitaban. Esta conquista no se lograría por la fuerza humana, sino por la presencia y el poder de Dios obrando con ellos. Análogamente, nuestra misión es entrar en territorios espirituales dominados por el pecado y la idolatría, no con armas físicas, sino con la Palabra de Dios y el poder del Espíritu Santo, librando a las personas de la muerte que es la retribución del pecado.
A través de la vida de Moisés, Dios nos enseña que la misión cristiana no es una tarea fácil, pero tampoco es una jornada para emprender solos. Así como Moisés fue el instrumento elegido para liberar a Israel de la opresión egipcia, nosotros somos los instrumentos elegidos por Dios para llevar la luz del evangelio a un mundo sumergido en tinieblas, esclavizado por el pecado.
Ante una labor tan grande como liberar a las multitudes encadenadas por el pecado, me siento insuficiente e indigno, pero recuerdo las palabras de Dios a Moisés “Ciertamente estaré contigo”. Entonces me siento animado a soltar las excusas y abrazar con valentía la misión que Dios nos encomienda en Su Palabra. ¿Y tú estás dispuesto a obedecer el llamado y disfrutar los milagros portentosos de Dios a favor de Su pueblo? ¿Estás dispuesto a mantenerte firme delante de los poderosos, a perseverar en los desiertos, confiar en que recibirás provisión milagrosa y llevar el reino de Dios a los confines de la Tierra?
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Esta serie semanal titulada Su bendita Palabra me impulsa está diseñada para descubrir que el plan de Dios para ti es evidente desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Angel Guerrero.
Ministerio Palabra Viva.
Tema 05, lunes 13 de mayo, 2024.
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