En un mundo sumergido en la oscuridad del pecado y la idolatría, resonó una poderosa voz, que aún hoy nos desafía: “Sed santos, porque yo soy santo” (Levítico 11:45). Estas palabras no eran una sugerencia, tampoco una frase motivadora de un discurso natural, sino un mandato divino que define la esencia misma de la misión encomendada por Dios. Una misión que trasciende las obras y los programas, y que nos llama a ser reflejos vivientes de la santidad de nuestro Dios.
La santidad, como se presenta en el libro de Levítico, no es una opción para el cristiano comprometido, sino un requisito fundamental. Somos llamados a ser embajadores de santidad en un mundo corrompido, llevando la luz del evangelio no solo con nuestras palabras, sino con nuestras vidas consagradas y separadas para Dios. Cuando abrazamos este llamado a la santidad, podemos cumplir plenamente la misión que nos ha sido encomendada.
Reflejo de Dios: Levítico 11:45 nos recuerda que la santidad no es una regla moral, sino una cualidad inherente al carácter de Dios mismo. Somos llamados a ser santos porque Él es santo, y nuestra misión es reflejar su gloria y su naturaleza a un mundo necesitado de su presencia transformadora.
Separación: A lo largo del libro de Levítico, se enfatiza la importancia de la separación del pueblo de Dios de las prácticas idólatras y pecaminosas de las naciones que los rodeaban. De la misma manera, nuestra misión cristiana nos llama a separarnos del pecado y la contaminación del mundo, para ser una luz brillante que guíe a las personas a nuestro alrededor hacia la verdad de Dios.
Obediencia: Las leyes y regulaciones detalladas en Levítico no eran solo rituales, sino una expresión de la obediencia a Dios y su voluntad. Nuestra misión cristiana requiere una obediencia total a los mandatos de Dios, caminando en santidad y rechazando todo lo que se opone a su voluntad perfecta.
Testimonio: Al vivir consagrados a Dios, nos convertimos en un poderoso testimonio de la realidad del evangelio. Nuestras palabras y acciones deben ser coherentes, reflejando la santidad que proclamamos y atrayendo a otros hacia la luz de Cristo.
El llamado es claro: \"Sed santos, porque yo soy santo\". Cuando leo estas palabras mi corazón se doblega en humildad y disposición para aceptar este desafío. No hay mayor privilegio ni responsabilidad que ser portador de la santidad de Dios en un mundo hundido en las tinieblas del pecado. Y tú ¿estás dispuesto a responder a este llamado de santidad? ¿Permitirás que Dios purifique tu vida y te convierta en embajador digno de su gloria? ¿Vivirás siendo un reflejo fiel de la santidad de Dios?
¡Acepta el llamado a la santidad! Es una invitación a ser un verdadero agente de transformación en este mundo. En la medida que obedezcas, la misión dejará de ser un conjunto de tareas y se convertirá en un estilo de vida que glorifica a Dios y conquista a otros hacia su reino. La santidad manifiesta en tu vida te convertirá en un reflejo fiel de Dios, a donde vayas llevarás con palabras y acciones las buenas nuevas de salvación.
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Esta serie semanal titulada Su bendita Palabra me impulsa está diseñada para descubrir que el plan de Dios para ti es evidente desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Angel Guerrero.
Ministerio Palabra Viva.
Tema 08, lunes 03 de junio, 2024.
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